December 6, 2004

Vecinos de Boyle Heights reclaman atención para su comunidad

Grupo activista denuncia que los residentes locales no son una prioridad de los políticos

Agustín Durán,
Reportero de La Opinión
Lunes, 06 de diciembre de 2004

Tras denunciar que son ignorados por sus representantes políticos y que no se los ha tomado en cuenta en varias urbanizaciones de Boyle Heights, activistas de la organización Vecinos Unidos (sic) han iniciado un movimiento para conscientizar a los residentes del área e involucrarlos en los problemas de la comunidad.

A ocho años de haber perdido una primera batalla cuando más de las dos terceras partes de los vecinos del complejo de vivienda Pico Gardens fueron desalojados con promesas de mejores casas para todos, la organización no lucrativa, que agrupa a unos 800 vecinos, ya no cree en promesas.

Vecinos Unidos (sic) incluso considera que las mejoras que se han realizado en avenidas principales como César Chávez, Whittier o Primera están en función de las personas que trabajan en el centro de Los Angeles, no de los residentes locales.

“Llevamos 20 años pidiendo que arreglen la calle secundaria Clarence, pero ni Alatorre ni Pacheco ni Villaraigosa hicieron nada”, indicó Carmen Mendoza, representante del comité del complejo Pico Aliso y residente del área por 25 años.

“Los inquilinos, que somos la mayoría en Boyle Heights, no existen para los funcionarios de turno. Las peticiones son ignoradas porque ellos, los políticos, están más preocupados por conectar a la gente de Montebello con Los Angeles que por mejorar el camino a la escuela de los niños del área”.

De acuerdo con datos de Vecinos Unidos (sic), Boyle Heights cuenta con unos 85 mil residentes, de los cuales el 60% utiliza el transporte público o camina para cumplir con sus actividades diarias, “pero eso no lo ven sus representantes”.

Otro de los problemas que enfrenta una de las áreas con más población latina de la ciudad, según el organismo, son los constantes desalojos de vivienda que sufren muchos residentes.

“Cuando los dueños de edificios o casas deciden correr a las personas, simplemente no hacen los arreglos y esperan a que la gente se canse y se vaya”, comentó Leonardo Vilchis, director de la organización.

Boyle Heights ha dejado de ser una ciudad de paso, de residentes flotantes, subrayó el activista. “Si bien es cierto que el 75% de los habitantes renta, una gran mayoría de ellos han vivido en el mismo lugar por varias décadas y ya es tiempo de que tengan el derecho a decidir las prioridades de su comunidad”.

“Creemos que si los residentes trabajan unidos, pueden influenciar cómo se distribuyen los recursos en la comunidad y mejorar la calidad de vida”, expresó. “Consideramos que no es justo que los dueños de las viviendas y edificios, que no viven aquí, sean los que decidan y al final se beneficien con las mejoras del área… porque sus propiedades subirán de valor orillando a los inquilinos que han vivido por décadas en el área a mudarse”.

El complejo de vivienda Aliso Village, indican activistas, fue otro claro ejemplo del desalojo de cientos de personas, porque tras su remodelación sólo alrededor de 110 familias pudieron permanecer en sus hogares, de las 685 que vivían allí.

“Mejorar la comunidad sin ayudar a su gente es como lanzar una bomba de hidrógeno: mata, pero no destruye los edificios”, fue la comparación que usó Vilchis al referirse a la construcción de nuevas casas, que en algunos casos costarán hasta 350 mil dólares y estarán totalmente fuera del alcance del grueso de los residentes que viven en una de las zonas consideradas más pobres en Los Angeles.

Los representantes de Vecinos Unidos (sic) dijeron que la única forma de frenar el desalojo de residentes del área y mejorar las condiciones de vida actuales es que los vecinos se involucren en los problemas que atañen a la comunidad.

Expresaron que, gracias a su unidad, las pocas familias que pudieron quedarse en los complejos residenciales renovados recientemente mediante una campaña denominada Limpia, Segura y Habitable lograron que se iluminaran siete callejones que eran una amenaza para los vecinos.

“Reparaciones como éstas [de alumbrado] invitan a los vecinos a participar en la limpieza de las calles”, indicó Dora Ramos, quien junto a uno de los callejones iluminados. “Antes las paredes estaban llenas de grafito y la gente tiraba basura. Ahora, los mismos vecinos vigilan que se conserve limpio”.

Por otro lado, representantes de Vecinos Unidos (sic) indicaron que el próximo año se reunirán con Villaraigosa para expresarle sus preocupaciones y prioridades.

El concejal, que actualmente realiza su campaña política a la alcaldía de Los Angeles, no estuvo disponible para hablar respecto a las preocupaciones de la organización.

Nota de La Opinión