February 10, 2012

De estación de policía a nido de maleantes

POR: Isaías Alvarado / 02/10/2012 | La Opinión

“¡Mire!”, expresa José Andrés Castillo apuntando un preservativo tirado en el suelo. “No le estoy mintiendo, vienen aquí a tener relaciones sexuales”, comenta este residente de Westlake sobre lo que ocurre todas las noches a sólo unos pasos de su vivienda.

Al caminar sobre la calle Hyans, el señor Castillo encuentra otros tres condones usados, botellas rotas, restos de comida, un escusado viejo, un carrito de supermercado y más desechos. “Por aquí pasan todos los días muchos niños”, expresa indignado mientras señala una escuela preescolar.

Lo más increíble es que el sitio que ahora sirve de refugio de maleantes, drogadictos y prostitutas era hace unos años la parte trasera de la estación de policía Rampart, encargada de vigilar los vecindarios de Echo Park, Koreatown, Angelino Heights, MacArthur Park, Westlake, entre otros.

El edificio, localizado en la esquina del bulevar Temple y Benton Way, fue clausurado a principios de la década pasada tras ventilarse que más de 70 agentes se habían involucrado en balaceras injustificadas, robo y venta de narcóticos, ocultamiento de evidencias, incluso en asaltos a bancos. A ese episodio, uno de los más oscuros de la Policía de esta ciudad (LAPD), se le conoce como “Escándalo de Rampart”.

Los problemas, no obstante, siguen rondando a la base policiaca. En noviembre las autoridades arrestaron a dos sujetos que intentaban robar valiosas piezas de metal y cobre. No se concretó el delito, pero los delincuentes causaron daños a tuberías que se calculan en 37,000 dólares.

“Aunque la estación Rampart está cerrada y protegida por una barda metálica, se meten”, señaló la detective Teresa Hernández. “El edificio se remodelará con más de 100,000 dólares, pero con el daño que causaron costará todavía más… y la ciudad no tiene dinero”, manifestó.

Hernández cree que un tercer sospechoso logró huir, porque en el teléfono celular de uno de los arrestados se encontraron dos mensaje de texto que decían: “El ‘Ghetto Bird’ [como se llama coloquialmente a los helicópteros de la Policía] está fuera” y “¿Están bien allá adentro?”.

Pero antes del incidente otra banda de ladrones logró llevarse componentes electrónicos del inmueble. “Tenían conocimiento de electricidad comercial porque había una línea de energía que, de haberla tocado, se habrían electrocutado”, indicó Hernández.

Desde el frustrado atraco, por la ruptura de tubería de asbesto, material que puede ser causa de cáncer, la vieja estación Rampart luce con un cartel de advertencia, aunque poco lo han respetado. En su fachada principal, en letreros y en lo que fue una pequeña gasolinería, hay grafito.

“Hace un año no estaba así”, aseguró Yolanda Ábrego, quien ya no vive en el barrio, pero lo sigue frecuentando. “Sería mejor que la Policía regresara, porque el área era más tranquila”, dijo.

Desde hace unas semanas, el grupo Unión de Vecinos se ha encargado de limpiar el recinto, con la idea de que se convierta en un espacio para la comunidad. “Los residentes han estado cada vez más preocupados acerca de cómo el sitio[…] se está utilizando”, se lee en un volante.

Peter Sanders, vocero de la Alcaldía, informó que en unos días iniciará la demolición del inmueble y que el próximo año iniciará la construcción del que será el nuevo edificio de la División Metropolitana del LAPD.

“La Policía de Los Ángeles trabajará con la oficina del concejal local [Ed Reyes] en la limpieza de la maleza, etcétera”, subrayó el portavoz.

Cuando Ábrego se alejaba de la vieja estación se topó con el cadáver de una zarigüeya en la banqueta. “¡Ha estado ahí desde hace casi un mes!”, expresó sorprendida.

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